¿Te has parado a pensar alguna vez la importancia que atribuyes a la opinión que te dan otras personas sobre ti, sobre tus capacidades, tus comportamientos, tu trabajo, tu forma de ser…?. Una opinión puede llegarnos a la gloria o enviarnos a los infiernos. Todo depende de cómo lo gestionemos. ¿Quieres conocer qué le ocurrió a Thomas Alva Edison en la escuela y qué te puede servir a ti?
Edison, un niño improductivo
En 1855 a los ocho años y medio Edison entra a la escuela. Después de tres meses de estar asistiendo, regresó a su casa llorando, diciéndole a sus padres que el maestro lo había calificado de alumno «estéril e improductivo». Esto es algo que Edison recordó durante el resto de su vida.
¿Qué hacer ante una crítica así?
Puede ser que realmente en ese momento lo fuese y que asociase mentalmente la vergüenza de las risas de sus compañeros, con ser etiquetado como ésteril e improductivo. Puede que a partir de ese momento decidiese que nunca más nadie le diría que era un torpe o vago. Puede que realmente su profesor no se diese cuenta de que no era ni lo uno ni lo otro. La cosa es que se rebeló contra esa etiqueta en lugar de aceptarla sin más.
En 1859 empezó a vender diarios muy temprano en el tren que iba de Port Huron a Detroit. Junto a los diarios, vendía verduras, mantequilla y moras. En Detroit el tren hacía una parada de seis horas. Seis horas interminables para un niño de 12 años. Thomas aprovechaba para irse al salón de lectura de la Asociación de Jóvenes (después Biblioteca Gratuita de Detroit). Ahí, comenzaba por leer el primer libro que se encontraba en el estante inferior y seguía por orden con los demás hasta terminar con toda la hilera. (Vaya parece que lo de ser improductivo no era una etiqueta que le pegase)
Edison no sólo no quedaba satisfecho con leer, sino que comenzó a probar diferentes experimentos basándose en lo que leía en los libros de Ciencia. Utilizaba un vagón vacío como laboratorio. Hizo una prensa pequeña de mano utilizando algunos tipos que un amigo del Detroit Free Press. El resultado fue el Grand Trunk Herald, semanario del que Edison tiraba cuatrocientos ejemplares.
¿Víctima o responsable?.
Más tarde salvó de las vías del tren a un chaval y su padre trabajador de telégrafos, agradecido, le enseñó a utilizar el telégrafo y finalmente comenzó a trabajar como telegrafista en el ferrocarril. Tras varios trabajos de telegrafista en los que no siempre le fue bien, en 1868 inventó una máquina para recuento de votos que el Congreso le desestimó para evitar fraudes de los congresistas al votar. Eso no le desanimó lo más mínimo.
A partir de entonces fue sólo el comienzo, porque a partir de entonces fue un no parar llegando a las 1.200 patentes, el inventor más prolífico de la historia. Un invento cada 15 días parece que dista mucho del perfil de una persona «estéril e improductiva». Además no se rendía. Para llegar a encontrar un filamento resistente para las lámparas incandescentes (las bombillas) tuvo más de 1.000 intentos. Cuando un periodista se lo recordó, el respondió. «No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla.»
Lo que puedo aprender de Edison. ¿Qué hago con las críticas?
Para mí el aprendizaje de esta historia es que lo importante no es lo que sé, sino lo que hago por lo que sé. Ante la opinión negativa de una persona:
1. Pienso ¿Qué hay de cierto en ésto que me está diciendo esta persona?. Realmente, sin mentirme. Esto es sólo para mí y me va a ayudar por mucho que me duela.
2. Una vez que he constatado si es cierta:
- Si no lo es-> Entender que no deja de ser SU opinión.
- Si es cierta –> Agradecer que haya tenido la valentía de decírmelo y lo más importante, hacerme la pregunta que puede cambiar mi vida. ¿Qué puedo hacer para cambiarla?, ¿A qué me voy a comprometer a partir de ahora para cambiar esto que no me gusta?
Espero que te haya servido de ayuda este testimonio de vida de Edison. Si quieres hacerme llegar tu caso o te gustaría ponerte en contacto conmigo puedes hacerlo a través de mi correo Eva Luque evaluque@coachingecologico.com. Gracias