Estando en África y viendo el comportamiento de los animales, he estado reflexionando sobre cómo actuamos a veces con ese instinto de ataque que ellos tienen con a veces, un alto coste para nuestras vidas: separaciones, despidos, enemistades…
¿Qué ocurre en una discusión?
La mente de los animales está preparada para la supervivencia, simplemente han de alimentarse, reproducirse y defenderse ante agresores y competidores para ambas cosas. Si a una leona, otro animal intenta quitarle la presa que ha cazado, ésta responderá defendiéndola a muerte e hiriendo a su rival, especialmente si tiene cachorros hambrientos que alimentar. Es algo natural, ante un estímulo (ataque), se produce una respuesta (defensa). Es muy simple. El cerebro de los animales está perfectamente diseñado y adaptado para cumplir con estas funciones básicas de supervivencia.
¿Qué hago ante el enfrentamiento?
Los seres humanos, además de estas capacidades, tenemos la de ser autoconscientes. Esto significa que somos conscientes de nuestra identidad (nos podemos reconocer a nosotros mismos en una foto, hacernos imaginarnos en algún lugar o situación y podemos tener conciencia de nuestros pensamientos, sentimientos y actos, y analizarlos). Esto es lo que realmente nos ha permitido evolucionar como especie, nuestra capacidad reflexiva para analizar los hechos y poder decidir qué pensar, qué sentir y qué hacer con ellos. Tenemos la libertad interior de elegir. Ni siquiera los animales más inteligentes tienen esos recursos.
A veces nos olvidamos de lo poderosa que es este arma. ¿Cuántas veces ante un reproche de nuestra pareja, una valoración de nuestro jefe sobre nuestro trabajo, o un comentario de un amigo, reaccionamos con agresividad, sintiendo que tenemos que “defender nuestro territorio”, Estímuloà Reacción?. Ante estos estímulos que algunas veces catalogamos como “agresión”, tenemos la oportunidad de:
- Vernos desde fuera, ver cuál está siendo nuestra reacción. ¿Es realmente éste, el comportamiento que quiero tener?, ¿Cómo me sentiré después si le grito y le agredo?.
Primer nivel de conciencia: yo mismo. Cómo estoy y cómo estaré.
- Intentar ponerme en el lugar de la otra persona:
- ¿Realmente está diciendo lo que creo que está diciendo o es mi interpretación?. Mejor aclararlo ¿no?.
- ¿Qué puede estar llevando a esta persona a pensar, sentir o actuar de esta forma?. Tal vez inseguridad, miedo, rabia, dolor, falta de capacidades …
Segundo nivel de conciencia: la otra persona y sus circunstancias
- Barajar otras opciones. Una vez has sido consciente de ti mism@, y de la persona que tienes frente a ti, seguro que puedes encontrar una nueva fórmula para solucionar el conflicto sin que ninguno se convierta en la “presa herida” del otro. ¿Qué harías si estuvieses viendo esta situación desde fuera para que se llegase a la mejor solución?.
¿Cómo se hace este cambio?
Decía Einstein que los problemas significantes que afrontamos, no pueden solucionarse en el mismo nivel de pensamiento en el que estábamos cuando los creamos”. Es decir, sólo si cambiamos esa respuesta autómatica más animal, podremos ponerle solución. Si la situación se generó con ira, el recurso que necesitamos es justo el opuesto.
Antes, cuando estaba ante una situación en la que me sentía ofendida, respondía atacando como una leona hiriendo a mi contrincante y quedándome exhausta, ahora trato de calmarme, analizar y responder de forma más “humana”.
Cuesta, claro que cuesta, pero a base de sembrar una acción (conciencia), estoy consiguiendo un hábito (mi gestión emocional y de la situación). Cuando un cohete despega de la Tierra, consume una mayor cantidad de combustible, de energía, de la que utilizará en cientos de miles de kilómetros en los siguientes días. Ha de vencer una fuerza increíblemente fuerte, la fuerza gravitatoria. ¿Cuál es tu fuerza gravitatoria?