Aprender a fluir. Confía en ti

El término fluir me lo trasmitió por primera vez mi amigo Paco Ros hace ya algunos años, y me pareció mágico cuando lo oí por primera vez. Me definía por primera vez esa experiencia que todos hemos vivido mientras realizamos alguna actividad en la que sentimos que disfrutamos con lo que hacemos y que una energía poderosa que emana de nosotros mismos nos hace disfrutar del momento y trasladarnos directamente al éxito, a sentir que lo que hacemos es bueno, es realmente bueno y nos sentimos felices por ello.

Fluir es un término acuñado por Mihaly Csikszentmihalyi, catedrático en neurociencias de la Universidad de Stanford en 1975 y supuso una revolución dentro de esta disciplina. Lo interesante del estado de flujo es conocer cómo se genera y qué aporta. Indudablemente el poder fluir a lo largo de nuestra vida nos aporta bienestar, seguridad en nosotros mismos y momentos de placer. Podemos fluir en ámbitos diferentes como el profesional, el sentimental, familiar, deportivo, ocio…  En cuanto a qué lo genera, Csikzentmihalyii ha llegado a conclusiones tan interesantes como que el trabajo en contra de lo que algunos puedan pensar, aporta un alto porcentaje de estados de flujo ya que por un lado tenemos unos objetivos bien marcados con los que hay que cumplir y por otro, se recibe feedback de nuestra actividad, aunque obviamente no es el único aspecto en el que fluimos. Sin embargo centrar toda nuestra atención en un recurso limitado como nuestro trabajo podría absorber toda nuestra energía psíquica, no dejando nada para otras cosas y por tanto, el resto de nuestra vida se podría resentir y por ejemplo verse relegado el plano familiar con lo que podrían generarse importantes conflictos.

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El hecho de tener que atender a muchos aspectos diferentes en planos diferentes de nuestra vida, nos suele producir estrés y esto nos limita de tal forma que nos impide fluir activamente. Según Csikszentmihalyi ser capaz de crear orden entre las diversas demandas que se acumulan en la conciencia facilita enormemente la prevención del estrés porque nos pone en valores objetivos y prioridades. Esto supone fundamentalmente centrar nuestra atención, ser conscientes de nuestro estado de ánimo, de lo que pensamos y sentimos y redireccionarla hacia pensamientos o actos más positivos. Una vez hayamos puesto este orden, el siguiente paso será poner nuestras capacidades a la altura del reto que nos hayamos planteado. Con ello conseguiremos fluir mientras estamos inmersos en el reto y conseguir nuestro objetivo. Cuando centramos nuestros objetivos, nos ponemos en marcha para conseguirlos y disfrutamos del proceso con cada acción que realizamos, conseguimos un estado de bienestar y realización personal que nos permite fluir y por tanto sentirnos más felices.

Por tanto, organicemos nuestras ideas, pongamos a trabajar nuestras capacidades y fluyamos mientras lo logramos, todo está en nuestras manos y depende de nosotros.

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