Cuenta la historia que un día paseaba una ranita por el campo tranquilamente disfrutando, cuando vio que había una zanja en mitad. Al ir a saltarla, se dio cuenta de que allí abajo había otra rana que parecía muy quieta. Se paró curiosa a mirarla pensando que pudiera estar enferma (es bien sabido que las ranas son grandes saltadoras) y le preguntó qué tal estaba
– Ah estoy bien. Gracias por preguntar.
– ¿Y qué haces ahí tan quieta abajo que no subes aquí?.
– ¿Para qué voy a subir?. Me caí cuando estaba saltando y la verdad es que aquí me siento muy cómoda.
– Pero mujer -le insistió la rana de arriba- ahí tienes poca comida y no te llega bien el sol y estás muy sola…
– Ya, ya -respondió la rana de la zanja- pero te repito que no estoy mal. Tengo lo que necesito y no se está mal. De vez en cuando pasa alguna otra rana por aquí y si no, puedo gritarles a mis amigas.
– Bueno chica, puede que no se esté tan, tan mal como yo imagino, pero no se está tan bien como aquí arriba, con tanto territorio para explorar y tanta comida y otras amigas. Si quieres, te ayudo y así puedes salir.
– Oye, no quiero ser maleducada pero no insistas porque aquí estoy muy cómoda y nada me molesta, así que por favor sigue tu camino y déjame tranquila.
Nuestra amiga la rana que paseaba por el campo, siguió su camino extrañada por la reacción de la otra rana pero entendiendo que si no quería salir de allí al fin y al cabo era asunto suyo.
Al día siguiente paseando de nuevo por la zona, le pareció ver una cara conocida, se volvió para mirarla y vio que era la rana de la zanja. Le preguntó:
– Oye, creí que ibas a quedarte en esa zanja ¿Qué ha pasado?
– Venía un camión
Algunas personas necesitan que venga un camión para moverse. Si la situación no es la que deseas ¿a qué esperas para comenzar cambios en tu vida?.