A menudo encuentro en mis sesiones de Coaching personas que parecen no ser conscientes de lo fuertes, capaces y ricas que son hasta que van tomando esa consciencia, poniendo en valor los logros que han tenido en su vida y las capacidades a veces dormidas de las que disponen.
Es tan importante saber realmente quién soy para descubrir todo lo que puedo hacer, que merece la pena hacer una reflexión sobre esto para vernos tal y como realmente somos y no con la imagen de los demás, que me parece interesante haceros llegar un relato sacado del libro «Revinventarse» del Dr. Marío Alonso Puig para compartirlo con vosotros. Quien mejor sabe todo lo que realmente eres capaz eres tú, sólo tienes que permitirte a ti mismo, dejarlo sacar. Sigue tu intuición.
Un pastor que vivía en una cabaña cerca de un bosque y a cierta distancia de la montaña, tenía un corral con gallinas y un rebaño de cabras. Un año hubo una gran sequía, la mayor parte de la hierba desapareció y el pastor decidió llevar sus cabras a la montaña para que tuviesen pastor frescos. Un día al volver a la cabaña donde vivía, vio junto a él un nido de águilas que se había caído. Uno de los pollos estaba muerto pero aún quedaba otro que parecía gravemente herido pero se movía. Aunque sabía que las águilas eran enemigos naturales de sus cabras, se conmovió por el polluelo y lo llevó a su casa para cuidarlo y alimentarlo con pequeños trozos de carne hasta que se curó. El polluelo crecía y se convertía en águila y el pobre pastor se sentía inquieto al recordar lo que animales como aquél habían hecho con sus cabras y gallinas, así que decidió llevarlo al bosque para soltarlo. Tres veces lo intentó pero el animal lo seguía pegando pequeños saltitos en el suelo, así que desesperado decidió meterlo en el corral con las gallinas. Al principio éstas se metieron en sus gallineros muertas de miedo ante semejante depredador pero cuando comprobaron que el águila no era peligrosa y se comportaba como ellas, la aceptaron. De esta forma, el águila inconsciente de qué era y de que podía volar y cazar, comenzó a vivir como una gallina más.
Un día pasó un naturalista cerca de la cabaña y al ver al águila en el gallinero se quedó sorprendido, llamó a casa del cabrero y éste le explicó la historia sin que el naturalista diera crédito «verá, amigo mío, el animal ha vivido tanto tiempo entre gallinas que no me queda la menor duda de que, aunque su forma siga siendo de águila, en su interior no es ya nada más que una gallina». El naturalista estaba en total desacuerdo con la afirmación y para demostrárselo, le pidió al pastor que le dejara poner en libertad al águila. Primero lo intentó cogiéndola en sus manos y subiéndola por encima de su cabeza, después subiéndose a una escalera y tirándola desde allí pero el águila se estrellaba, así que decidió subirla a la montaña donde el pastor la encontró y anduvieron toda la noche para ir allí. Cuando llegaron al pico de la montaña donde había nacido el águila, comenzó a amanecer y el águila hizo unos extraños movimientos, abrió unas espléndidas alas y se puso a volar. Aquel día el águila recordó quién era en realidad y recuperó su verdadera identidad, que no era de gallina, sino de águila.
Parafraseando al doctor, un águila no es mejor que una gallina, y sin embargo, ve ochenta y dos veces mejor que una gallina y por eso puede ver presas a más de dos kilómetros de distancia. Además el águila es capaz de ver paisajes que una gallina ni siquiera sería capaz de soñar. No tienes que convertirte en nadie diferente de quien ya eres, porque en tu esencia, eres perfecto. Lo único que tal vez necesites es descubrir que hay detrás de las palabras yo soy. YO SOY…
Comenzar el día con una reflexión así me ha hecho sacar el aguila que llevo dentro. Gracias Eva
Gracias a ti Belén. Somos más fuertes y poderosos de lo que pensamos. Nuestra vida está llena de ejemplos que así nos lo demuestran. Y a veces, sólo nos fijamos en los que no estábamos en nuestro mejor momento, en nuestra mejor versión