Los tres ingredientes de la motivación

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La motivación nos estimula, nos impulsa, nos reta, nos hace crecer. Está claro que nos sentimos más felices cuando nos sentimos motivados y nos sentimos motivados cuando nos sentimos más felices. Que nuestros resultados son mejores cuando sentimos esa motivación que nos hace seguir y persistir y desear mejorar. La pregunta es ¿qué nos motiva? ¿Cuál es el resorte que hace que nos sintamos motivados en el trabajo?

Leyendo a Richard Barrett en La organización impulsada por valores, me ha conectado mucho con los tres valores que recoge para generar motivación.

Ingrediente uno. Autonomía

La autonomía es la libertad para decidir sobre tu trabajo.

En la universidad de Cornell descubrieron que las empresas que ofrecen a sus empleados autonomía, crecen cuatro veces más rápido que las empresas que tienen niveles altos de control y que además, padecen un tercio más de rotación de personal.

Facilitar la autonomía es confiar plenamente en las personas con las que trabajas. Si desconfías de sus capacidades y de su comportamiento, ¿para qué las tienes en tu equipo?.

Los líderes incapaces de confiar y delegar, frenan el desarrollo de sus equipos, de la empresa y de su propio bienestar. Suelen ser personas muy ocupadas, ya que lo ocupan en fiscalizar el de los demás.

La falta de confianza pone palos en las ruedas que permiten avanzar a las empresas. Las convierte en burocráticas, controladoras y el mensaje subyacente es «no creo en ti, no me fío de ti».

La autonomía implica asumir la responsabilidad de nuestros fracasos y asumir el crédito de nuestros éxitos. (Anónimo)

Ingrediente dos. Desafío

Deseo de ser más y mejor. El deseo de desafío intelectual, de dominar algo nuevo y atractivo, es el indicador más fiable para predecir la productividad. La sensación de desafío, es lo que nos hace sentirnos vivos, de sentir que avanzamos, que crecemos. La vida es desafío. Desde pequeños queremos experimentar, probar, explorar.

Cuando nuestro trabajo se convierte en monótono y no podemos desarrollar nuevas capacidades, la desmotivación está servida.

Ingrediente tres. Propósito

Las personas más profundamente motivadas ligan sus deseos a una causa más grande que ellos mimos.

Según Barrett, un equipo de la Universidad de Rochester, investigó factores de éxito de sus egresados, tanto de los que tenían motivaciones extrínsecas y objetivos materiales (ser ricos, ser famosos…) como los que tenían objetivos de propósito (ayudar a otros a mejorar sus vidas, aprender y seguir desarrollándose).

Descubrieron que los que tenían objetivos de propósito y los estaban logrando, sentían mayores niveles de satisfacción y bienestar subjetivo que cuando estaban en la universidad. Mientras que los que tenían objetivos materiales y los estaban alcanzando, tenían niveles de satisfacción, autoestima y afecto más bajos o al mismo nivel que cuando eran universitarios. Sin embargo, sí mostraban niveles más altos de ansiedad y depresión.

Autonomía, desafío y propósito en su justa medida

  • La autonomía es lo contrario a la fiscalización continua del trabajo. Y para que haya una mayor autonomía, es necesaria una mayor coordinación, (realizar las reuniones necesarias para que cada cual sepa de su responsabilidad) y generar un espacio de responsabilidad y confianza suficientes para que las personas puedan solicitar ayuda cuando sea necesario (cooperación).
  • El desafío de sentirnos fuera de nuestra zona de confort, es necesario para desarrollarnos personal y profesionalmente. Pero cuando el desafío se convierte en vértigo continuo, puede afectar a la salud a todos los niveles 
  • El propósito es la luz que nos guía a la hora de tomar decisiones y cuando nos sentimos desbordados. Tener objetivos de propósito es necesario, y funcionarán mejor si están aterrizados en objetivos concretos porque nuestra mente necesita de éstos para alcanzar aquellos.

Reflexión final

Todas las empresas buscan tener colaboradores motivados pero ¿qué hacen las empresas para generar motivación?

Richard Garret, propone estos tres ingredientes fundamentales: autonomía, desafío y propósito. Y como en una receta maestra, han de estar en la proporción adecuada para que no se quede ni soso ni intragable de sal.

Por mucho que ponga la empresa de su parte, la motivación al igual que la felicidad, es una decisión personal. Si tú quieres, lo estás y si no quieres, por mucho que tu empresa lo intentase, puedes no estarlo. ¿Qué te motiva a ti?, ¿Qué estás haciendo para que lo que te motiva esté en tu trabajo? ¿Qué puedo hacer para que este ingrediente esté en mi día a día?. No todo depende de los demás, algo tendrás que poner tú si lo quieres. ¿Es la proactividad parte de tu marca personal o prefieres quejarte sin más?. 

La pregunta para la empresa sería, ¿qué hacemos para formentar la motivación? ¿qué programas o acciones llevamos a cabo que incluya estos tres ingredientes?

Espero que te sientas feliz y motivado en tu trabajo y que generes eso mismo para los demás. Si te ha resultado útil este post, por favor compártelo y ayuda a generar bienestar y felicidad en tu entorno.

Gracias,

Eva Luque
Coach de Marca Personal y Trainer en Felicidad
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