“Los empleados salen físicamente de la oficina, pero no dejan de trabajar. Quedan amarrados por una especie de correa electrónica, como si fueran perros. Los mensajes de texto, los e-mails y demás invaden la vida de los trabajadores” (Benoit Hamon)
Un ejemplo para situarnos
Hora de la cena. Un grupo de amigos disfrutando de la comida, la conversación y las risas. De pronto, alguien que tiene su móvil encima de la mesa, ve que comienza a recibir mensajes de WhatsApp. Mira su movil, le da la vuelta y ve cómo continúa el envío, uno tras otro de mensajes. El tono de los mensajes se ha elevado. Son las 9 de la noche y su jefe le pide unos datos. Finalmente, coge el móvil, se levanta de la mesa y vuelve cuando ya sus amigos han terminado hasta los postres.
Mientras, una familia está cenando pero alguien tiene el móvil al lado. Acaba de enviar un mensaje a una persona de su equipo para que le envíe unos datos imprescindibles para el informe que ha de presentar mañana por la mañana. Sin esos datos, no puede presentar el informe y el tiempo se echa encima. No recibe información. Insiste mientras cena sin reparar ni en lo que come ni lo que ocurre a su alrededor.
Después de varios mensajes, consigue su propósito. ¡Bien! Coge el portátil y el móvil sin terminar la cena y se pone a trabajar. Son las 1.30 de la madrugada y por fin lo ha terminado. Se va a la cama y de pronto recuerda que falta la tabla de la página 28. Intenta dormirse. «Mañana me levanto antes y la incluyo«. Pero no, no hay forma de conciliar el sueño y finalmente, acaba levantándose para terminarlo y ya son las 2:30.
Algún que otro «huevito», se ha quedado fastidiado en este proceso y sin entrar en valoraciones de qué les ha llevado a ello, sí que es importante buscar soluciones.
La era digital y el derecho a la desconexión
Históricamente, cuando el trabajo se realizaba en la oficina, cuando ésta cerraba, se acababa el trabajo. Hoy en día, los portátiles, móviles, aplicaciones en remoto, conexión a «la nube» y demás tecnologías, han hecho que podamos ampliar nuestra jornada hasta el infinito y más allá como decía Buzz Lightyear. ¿Ha sido esto un avance para las empresas proporcionándoles una ventaja competitiva para dar respuesta en todo momento o el coste humano de cansancio, estrés, falta de tiempo no es rentable ni siquiera para ellas?
A estas alturas de la película y con una estadística de estrés laboral como el que tenemos, creo que está claro que necesitamos desconectar para poder volver a conectar. Ahora que estamos teletrabajando cada vez más personas, se ha hecho más patente esta necesidad. O desconectamos o enfermamos.
La desconexión digital es el derecho que los trabajadores tienen a no conectarse a ningún dispositivo digital de carácter puramente profesional durante sus períodos de descanso y sus vacaciones.
Marco legal a la desconexión digital
La ley de Protección de Datos y Garantía de Derechos Digitales (LOPDGDD), de diciembre de 2018, ya puso el foco de manera especial en el derecho a la desconexión digital en el ámbito de las relaciones laborales para garantizar, precisamente que, fuera del tiempo de trabajo, los trabajadores disfruten de su tiempo de descanso, permisos o vacaciones, garantizando a su vez el derecho a la intimidad personal y familiar.
El derecho a la desconexión digital (RD-Ley 28/2020 del pasado 23 de septiembre, en el BOE se limita prácticamente a remitirse a lo ya establecido en el art. 88 de la anteriormente citada LOPDGDD.
En él se recoge expresamente que “se preservará el derecho a la desconexión digital en los supuestos de realización total o parcial del trabajo a distancia, así como en el domicilio del empleado vinculado al uso con fines laborales de herramientas tecnológicas”.
Siguiendo la normativa, la empresa deberá elaborar una política interna, en la que definir cómo se llevará a cabo el ejercicio de este derecho a la desconexión digital. Y como es lógico, para que sean conocidas, se realizarán acciones formativas y de sensibilización.
¿Cómo elaborar un protocolo de desconexión digital?
Según la empresa Sincro, hay cuatro pasos básicos:
1. Incluir expresamente la Cláusula de remisión relativa al art. 88.
«En concreto, la compañía ha elaborado este protocolo de medidas en materia del ejercicio del derecho a la desconexión que implica expresamente la desconexión de los dispositivos digitales, no estar obligados en ningún caso a responder emails, mensajes y llamadas profesionales fuera de su horario laboral, ni durante los permisos de cualquier tipo, días libres y/o vacaciones del empleado”.
2. Trazar un “mapa” o punto de partida de la situación actual de la desconexión
Analizamos que puestos, departamentos, personas, suelen tener más problemas de desconexión digital. Qué personas disponen de móvil, tablet, portátil en la empresa y quiénes trabajan en un entorno internacional y por lo tanto, se han de tener en cuenta horarios de otros países. Y con todo ello, trazar un mapa para poder monitorizar.
Ni que decir tiene, que tiene poco sentido establecer un protocolo sin conocer en profundidad las situaciones se nos pueden plantear. Una buena forma de preverlas, es tener una conversación individualmente con las partes implicadas, para conocer de primera mano, su situación y buscar soluciones que les permitan tanto conciliar como desconectar, sin que por ello su trabajo y el del equipo, se vean afectados.
Importante trabajar colaborativamente con el Departamento de Riesgos Laborales y yo diría, que es una oportunidad para preguntar e implicar al mayor número posible de departamentos, personas y áreas a las que les afecta (de personas, de informática, de relaciones laborales, departamentos técnicos…).
También importante identificar quiénes son promotores de la desconexión y quiénes no las ven con buenos ojos.
3. Crear una guía y comunicar los puntos protocolo.
Los expertos de SINCRO nos aseguran que es preferible empezar definiendo pocas, pero muy claras y medibles.
Generar una encuesta para los empleados que nos permita valorar el grado de conocimiento y el éxito de implantación de las medidas.
Crear canales específicos a través de los cuales les empleados pueden denunciar incumplimientos con total libertad.
4. Desarrollar programas de sensibilización y formación.
Y en este punto, considero importante resaltar que bajo mi punto de vista y experiencia, nada de esto servirá si de verdad no hay una CULTURA dentro de la empresa en la que se respete el derecho a descansar, por el bien de los empleados y de la propia empresa, primando el respeto como base de las relaciones.
Declarar que «las personas son lo primero» no es un eslogan. Es un principio moral que rige la forma de trabajar, relacionarnos y desarrollar políticas de bienestar en la empresa. Cuando una empresa declara que pone a las personas en el centro, los colaboradores y porqué no decirlo, también la sociedad, espera ver actuaciones en las que demuestra que realmente este compromiso se lleva hasta la última de sus políticas.
Reflexión final
No se trata de acatar una ley, una norma. Se trata de crear una sociedad de humanos, con reglas más humanas y principios éticos y morales que permitan a las personas desconectar para poder conectar con más fuerza. Nos queda mucho que aprender, experimentar, y transformar, pero lo más importante es mantenernos en ese camino.
Gracias a todas esas personas que creéis en ello y que cada día trabajáis para hacerlo realidad. Bienvenidos los que aún estáis en el camino o comenzáis a tomar conciencia. Creamos y creemos nuevas vías y adaptémoslas a la situación cambiante, es lo que el ser humano hemos estado haciendo durante miles de años desde que somos y estamos en el planeta.
Eva Luque
Coach de Marca Personal y Trainer en Bienestar y Felicidad en el Trabajo.
#disfrutoloquehago #yomarcomimarca
www.evaluque.com