A veces me pregunto si es que no me he explicado correctamente, si es que rápidamente la persona que me escuchaba ha supuesto lo que yo quería decir o simplemente que estaba con la mente en otro sitio mientras yo le hablaba.
El otro día me pasó con una amiga. Estuvimos hablando por teléfono y salió el tema de qué harás en vacaciones. Le dije que me encantaría poder hacer un viaje que combinase el visitar un país que no conozca y aprovechar para hacer algo de bicicleta, algo así como cicloturismo de aventura pero, que no podría ser porque estaba preparando un plan de formación que tenía que presentar a mi cliente para septiembre y prefería centrarme en esto. Al día siguiente, había montado un facebook con el título del viaje, había invitado a todos nuestros amigos comunes y me había puesto como administradora de la página. Cuando lo vi, no daba crédito. La llamé sin salir de mi asombro y no paró de hablarme sobre las propuestas que estaban apareciendo, lo bien que nos lo íbamos a pasar, los descuentos que íbamos a conseguir y cómo todo el mundo estaba volcado en el proyecto. Resultado, ahora soy la que se rajó después de haberlo montado todo.
Recibimos la información a través de nuestros sentidos, conocemos y aprendemos a través de ellos y a través de ellos nos comunicamos, no sólo con palabras, sino también con gestos, por eso es tan importante prestar atención a lo que nos cuentan y comunicarnos de forma adecuada. ¿Qué tendríamos que haber hecho mi amiga y yo para evitar malentendidos?
Algunas claves para la escucha activa
1. Centrar toda nuestra atención en lo que la otra persona nos contase: dejar la tarea que estuviésemos realizando, bajar el volumen o aléjarnos de fuentes de ruido que puedan interferir en la conversación, crear el clima adecuado para escuchar y ser escuchadas.
2. Alejar de la mente otros pensamientos. Si realmente quieres tener esta conversación, tenla de forma auténtica. Si hay otro asunto que te ocupa o te va a tener la mente ocupada, o simplemente estás demasiado cansado o cansada, mejor explica de forma cordial y sincera que no es el momento (¿podemos hablar de esto más tarde?. Pero si lo vas a hacer, hacerlo de forma honesta y presta toda la atención.
3. No estar buscando de forma continua la réplica o lo que quieres decir al respecto. No poner nuestros pensamientos por encima de los pensamientos de la otra persona. Cuando divagamos sobre lo que vamos a decir, no escuchamos lo que nos dicen.
4. A la persona que le toque hablar, debe expresar sus pensamientos y sentimientos, no su interpretación y percepción de lo qu ela otra persona piensa y siente. Habla por tí, utiliza el «yo»
5. Para asegurnos de que lo que hemos oído es realmente lo que nuestro interlocutor ha dicho, parafraseemos lo que nos acaba de decir. Resumen y repite a ser posible utilizando las mismas palabras lo que tu interlocutor te ha dicho.
6. Sé honesto con tu estado anímico. Cuando estamos de buen humor todo nos parece fácil, aceptable, agradable, tolerable… cuando estamos agobiados, enfadados, preocupados o simplemente tristes, nuestra visión es diferente, por eso es importante ser consciente de esto y cómo nos puede influir.
Gran parte de nuestros problemas del día a día se producen por una falta de escucha activa y real. Los malos entendidos, los trabajos que hay que hacer dos veces, las discusiones, la pérdida de oportunidades… se dan porque no practicamos la escucha activa.
Reto: intenta llevar a la práctica la escucha activa con todas las personas que te relaciones durante un día. Luego piensa cómo te ha influido en tu estado de ánimo y resultados. ¿Merece la pena hacerlo cada día?. Siempre nos preguntamos porqué no nos entienden, ¿entendemos nosotros a quienes nos hablan?, ¿practicas la escucha activa?
Muy buenos consejos.Besos
Gracias Conchi. Como decía Aristóteles «Somos lo que hacemos cada día. La excelencia no es acto sino un hábito». Practicar es la mejor forma de mejorar nuestra comunicación