Era el mes de abril y e l cielo estaba totalmente encapotado. Toda la ciudad parecía gris y plomiza. Llovía, llovía y llovía sin interrupción desde hacía más de un mes. Eso comenzaba a afectar el ánimo de las personas y se oía respuestas grises, chaparrones de reproches por cualquier cosa, rayos de indignación por el más mínimo descuido.
En Terra, la empresa más puntera del sector a nivel internacional, los reproches del director general caían sobre los directores de área y éstos en los de los departamentos, los jefes de equipo y así hasta convertirse en un torrente que inundaba cada piso de la empresa.
De pronto, Rissa, que había estado viajando por negocios durante más de un mes fuera de la ciudad, se quedó perpleja al ver la situación de enfado, gritos, discusiones, despecho, descoordinación y animadversión que era su empresa. La logística no funcionaba y el producto no llegaba a los clientes, las ventas bajaron y como resultado, las acciones. La empresa decidió que no habría beneficios a repartir entre los trabajadores y éstos se enfadaron aún más y querían quemarla.
Algo había que hacer y rápido porque si no, ella misma podría verse contagiada. Salió a la calle, fue de un sitio a otro y al cabo de un rato volvió con una gran caja de cartón que puso junto a la puerta de entrada. En él aparecía un gran cartel que decía «Mira dentro y conocerás al verdadero responsable de que no haya beneficios para repartir».
Algunos pasaban al lado diciendo «eso, eso ¿quién es el responsable?«, otros «Ya sabemos quien el responsable de todo esto«. La cosa es que a nadie dejaba indiferente y poco a poco, se fue acercando un grupo que miraban con desprecio, enfado e incluso indignación esa caja queriendo ver la cara de ese culpable para poder desahogarse con él.
Una de las personas que se agolpaban, se abrió paso a empujones entre la multitud que comenzaba a gritar, se acercó de muy mal genio, metió su cabeza dentro y en ese mismo momento ocurrió algo que nadie esperaba. Al levantar la cabeza, se quedó muy serio y de pronto comenzó a sonreir. Al principio era tan sólo una mueca pero poco a poco se fue convirtiendo en una sonrisa y comenzó a sonreir a todo el mundo y a bailar. Los que lo observaban no daban crédito ¿estaba loco?. Inmediatamente el resto quiso ver qué había en esa caja y cuando se acercaban, metían la cabeza, miraban al fondo y veían, un espejo en el que se reflejaba su cara y junto al espejo este cartel.
Poco a poco fueron pasando por esa caja cada uno de los curiosos y fueron comprendiendo que, las circunstancias son las que son y algunas veces, son imponderables, no están en nuestra mano el cambiarlas. También comprendieron que lo que sí está en nuestra mano, es lo que hacemos con ellas, la forma en la que nos afectan y cómo respondemos ante ellas.
Si estás viviendo una tormenta, si ves que tu empresa comienza a calarse, si sientes los rayos y truenos cada día al ir a trabajar ¿qué puedes hacer TÚ para que cada una de las personas que trabajáis en esa empresa no os quedéis sin vuestro beneficio?. Igual ocurre en nuestra familia, en nuestro negocio, nuestro grupo de amistad… hazte las preguntas adecuadas para obtener las respuestas que necesitas
Como decía Ghandi, sé tú el cambio que quieres ver en el mundo