Lo que diferencia a dos grandes deportistas, uno con buenos resultados y otro con resultados por debajo de los esperados, es la forma en que maneja el estrés.
Cuando los niños comienzan a practicar deportes por lo general se divierten y lo ven como un juego. Con el tiempo, vamos aumentando el nivel de exigencia para que sean cada vez mejores, más profesionales, para que consigan mejores resultados en función de nuestras expectativas, de las entrenador, de las de la familia, de las del club… Demasiada carga. El foco ya no está en hacerlo y disfrutar sino en alcanzar los resultados conforme a las expectativas. Eso es lo que suele provocar que el deportista esté más pendiente de todos esos comentarios que le llegan que de sacar su mejor versión en la pista o el campo de juego. ¿Cómo podemos trabajar esto?. Para empezar es importante saber
Qué es el estrés y qué tipos de estrés podemos encontrar en los seres humanos.
El estrés es una reacción física pero también emocional a una situación que nuestra mente identifica como de peligro.
Cuando percibimos una amenaza, nuestro neocórtex (la parte más racional de nuestro cerebro, la que filtra la información y genera opciones), nos pone en modo alerta.
No es necesario que exista un peligro real (en una cancha de baloncesto nadie va a atentar contra tu vida o en un gimnasio haciendo abdominales es muy difícil que el banco se rompa y te lesiones gravemente). La cosa es que si pensamos en esa posibilidad, nuestra mente actuará como si se tratase de un peligro real.
Hay tres tipos de estrés.
- El Estrés Físico. Se da en situaciones como un accidente de coche, una caída, una lesión por un ejercicio excesivo, exposición a duras condiciones medioambientales como mucho frío o calor, la falta de sueño o de comida o agua.
- El Estrés Químico. Producido por nuestro entorno de bido a la exposición a toxinas (en la comida, el aire, el agua…), a los elementos que producen alergia, agentes contaminantes y otros agentes estresantes químicos.
- El Estrés Emocional o sicológico. Relacionado con las preocupaciones por el tiempo, el dinero, la carrera, la posible pérdida de afectos, etc.
¿Qué consecuencias tiene el estrés?
Nuestro cuerpo reacciona a ese estrés liberando grandes cantidades de adrenalina y glococorticoides en las glándulas suprarenales que hacen que aumente nuestro ritmo cardiaco, la presión arterial, que la sangre vaya a nuestras extremidades o que cambie nuestro equilibrio electroquímico.
Si continuamente estamos liberando estas sustancias, el riego de la sangre al aparato digestivo se corta y comienzan la acumulación de gases y otro tipo de disfunciones, el riego de nuestro cerebro disminuye con lo cual dejamos de generar nuevas ideas o soluciones de forma sencilla y rápida, entre otras muchas consecuencias. ¿Has notado que cuando estás nervioso antes de una competición te ocurre algo de esto?.
En la próxima entrega, te explicamos cómo gestionarlo para evitar que el estrés te impida conseguir tu meta.