Mi sobrina tiene un añito. Hace unos días comenzó a andar solita. No sé cuántas veces se ha caído antes de coseguir dar unos cuantos pasos seguidos erguida y sin pegarse el culetazo. En ese proceso, comenzó agarrándose a lo que tenía a su alrededor, luego dando unos pasos solita y al suelo y por último, fue capaz de caminar por si misma. Me he dado cuenta de que esta forma de conseguir objetivos también me puede enseñar a mi cómo hacerlo:
1. Agarrarse a lo que le rodeaba. ¿Cuántas veces por ego no nos apoyamos en las personas que tenemos a nuestro alrededor?, ¿cuántas veces no utilizamos lo que ha hecho antes otra persona y queremos comenzar de cero cuando no tenemos ni idea de qué hacer?. Es normal que si aún no sé andar y quiero comenzar a hacerlo, me apoye en lo que tengo en mi entorno, ya sea una mano que se me ofrece, una silla o un proyecto anterior. ¿Cuántos culetazos me habría evitado si me hubieses dejado ayudar?. Tal vez pueda contar incluso brechas en la cabeza por culpa de mi orgullo de no apoyarme. ¿te ha pasado a ti lo mismo, brechas y culetazos por no apoyarte en lo que tenías en tu entorno?
2. Dar unos pasitos sola. ¿Qué hubiese sido de mi vida si me hubiese atrevido más, si me hubiese arriesgado más?. Probablemente hubiese disfrutado también más. Si mi sobrina no se hubiese atrevido a dar esos pasitos, no andaría ya sola. Es cierto que cuando das unos pasos y te caes de culo te duele pero es sólo gracias a esas caídas que el bebé va experimentando y aprendiendo cómo coordinar para no perder el equilibrio. Tengo la sensación de que en el fondo la vida es más divertida cuando ves que aprendes cosas nuevas y te diviertes experimentando. De los errores, se aprende.
3. Caminar por si misma. Es el siguiente paso natural. Una vez que ya he ido tanteando el terreno, me he hecho a pequeñas experiencias, y tengo más aprendizaje, es el momento de lanzarse. Puede que a veces parezca que voy a perder el equilibrio y a caerme (ese uy yuyui), pero de nuevo, es la forma de aprender a ir más segura y más rápida. Para pasar de andar a correr, todos tuvimos que experimentar la sensación de «uy yuyui». Era la ilusión de la recompensa final, llegar a los brazos de nuestra madre, lo que nos hacía seguir adelante aún más rápido a pesar del riesgo a volver a caer. La recompensa siempre era mayor que la dificultad.
Comienza un nuevo año y me parece una buena oportunidad para aplicar lo aprendido con mi sobrina.
- Para aquellos objetivos que ya he definido en mi plan 2015 que aún no he andado, me apoyaré de las personas y experiencias que ya lo han hecho antes para hacer más fácil el comienzo.
- Para lo que ya he dado algún paso, seré más consciente en qué tengo que mejorar y qué necesito. Escucharé más las opiniones que me ayuden para aprender de ellas e incorporarlas y siempre mirando con ilusión mi objetivo.
- Para los objetivos que ya comencé anteriormente y quiero continuar trabajando en este año, miraré con la vista fija en mi destino, con la ilusión del abrazo final y con paso firme pasaré de andar a correr.
Ya os contaré qué tal me va. Mis objetivos están escritos, mi mente tiene claro a dónde quiero llegar, la forma en que lo haré también. Ya sólo queda ANDAR. Feliz 2015